Tlatelolco Autor: Jorge Islas Marroquin

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Prologo
 
Después de todo lo que se ha escrito sobre el movimiento estudiantil de 1968 y en especial sobre la trágica noche de Tlatelolco, parece ser que sale sobrando un nuevo texto sobre este tema tan trillado pero al mismo tiempo importante para la vida y la historia de México y los mexicanos. se trata en efecto de un pasaje negro para quienes amamos a esta tierra que nos vio nacer, y quienes no podemos permanecer callados e impasibles ante el cumulo de impresiones, mentiras, calumnias e infundios, verdades deformadas o verdades a medias que se han vertido en diferentes momentos, desde el mismo año de 1968, o con motivo de las sucesivas conmemoraciones anuales de este infausto acontecimiento que debo admitir, marco un parte aguas en la vida de México, solo que aun costo exagerada e innecesariamente alto para los mexicanos.

ahora recientemente existe todavía un clima de linchamiento contra los funcionarios de entonces que aún viven y que se les está atacando denostrando como los únicos responsables de los eventos de 68, también con lo del jueves 10 de junio de 1971, con lo que se ha dado en llamar "la guerra sucia" y otros acontecimientos de aquellas épocas. En relación con todo esto no hemos cansado de escuchar versiones en un solo sentido, casi exclusivamente de solo una de las partes, de aquellos que resultaron victimas u ofendidos en esos desafortunados episodios de nuestra historia. en mi concepto es necesario que se hagan públicos hechos importantes los cuales resulta extraño, indebido y deshonesto el que no se haya dado a conocer, aun cuando se han abierto ya por completo los archivos y se dispone absolutamente de toda la información.

Voy a empezar por identificarme, soy un médico militar entonces recién graduado, que era muy joven en aquella época, y que desafortunadamente no puedo decir que “tuve la oportunidad” de haber sido testigo de muchos de aquellos acontecimientos, porque para mí en realidad fue una pena y una desgracia, una experiencia de lo más desagradable, ver injuriarse, atarse y enemistarse a compatriotas, familiares y amigos míos por otros, que tal vez tenían ligas parecidas conmigo. Se crearon efectivamente divisiones y enfrentamiento a nivel familiar e institucional, y en mi mente había una mezcla de sensaciones de frustración, dolor, coraje y, al mismo tiempo impotencia para evitar las tragedias que estaban ocurriendo ya, o que se veían venir. Todo lo anterior sin poder explicarme los motivos y la justificación de todo lo que presenciaba diario en diferentes rumbos de la ciudad.

Es por esa razón que tome la decisión de escribir el presente texto, porque aun cuando no soy periodista ni escritor, si me constan muchos hechos y considero mi deber darlos a la luz pública, no sin antes comprometerme a ser lo más objetivo, honesto e imparcial que me sea posible. Sin olvidar mi filiación castrense, estoy seguro que podre ser objetivo e imparcial, porque no pertenecí ni pertenezco a partido o corriente política alguna, nadie me ha presionado ni remunerado de alguna forma para escribir lo que aquí expreso, ni siquiera mis compañeros militares han intentado influenciarme en alguna parte de lo que aquí leerán. La honestidad, sin incurrir en falsa modestia, ha sido la guía de toda mi vida y no va a ser la excepción en esta oportunidad.

También, algún tiempo después, la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México me brindo, ahora sí, la oportunidad de realizar estudios de maestría y doctorado en ciencias biomédicas, grado académico que por fortuna y gracias a mi esfuerzo, alcance. El hecho de haber asistido durante un buen número de años a las aulas, las salas de seminarios y los laboratorios de la Facultad en un ambiente de cordialidad y de trabajo me provoco muchos sentimientos de gratitud hacia ella. Por esta razón yo guardo un profundo carillo y reconocimiento, tanto a la Facultad de Medicina, en particular, como a la U.N.A.M. en general con cuyos profesores e investigadores me unen fuertes lazos de amistad. Estos acontecimientos también garantizan mi imparcialidad, pues yo me siento de hecho, tanto Centinela como Puma, si hablamos de futbol americano.

Otro aspecto que me interesa resaltar es que mi formación cívica y profesional siempre me ha motivado a establecer una rigurosa escala de valores en cuyo punto culminante se encuentra el bien de México, por encima de cualquier consideración de carácter político, religioso, ideológico, sectario, particular o personal. Esto, en mi concepto, abona y refuerza mi imparcialidad.
De tal suerte que, ante la verdad de muchos otros y otras, algunos de ellos o ellas, tal vez con mayores dotes y experiencia literaria que yo, presento mi verdad, la cual en efecto está sustentada en mis experiencias personales o bien en testimonios de gente absolutamente confiable y no involucrada directamente en el conflicto, sin faltar algunas citas de los innumerables textos que se han escrito sobre el movimiento del 68. Espero que sea de gran interés para los lectores, y ojala los mueva a ver con objetividad lo que hayan oído, visto o leído sobre el particular
 
El autor.
   

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