LA FUNDACIÓN ANA FRANK RECONOCE FINALMENTE QUE EL PADRE FUE AUTOR DE LA NOVELA

 ‘El diario de Ana Frank’ se enfrenta a una disputa por derechos de autor. El Fondo Anne Frank mantiene que el padre de la niña es coautor de los escritos y que los derechos de emisión, que expirarían en 2016, deben seguir vigentes hasta 2050.


  BRUSELAS.- El diario de Ana Frank se enfrenta a una disputa legal entre quienes defienden que la obra debe estar libre de derechos de autor a partir de 2016 y el Fondo Anne Frank de Basilea (Suiza), que reclama que los derechos de emisión deben seguir vigentes.












Esta fundación con sede en Suiza, que es la propietaria actual de los derechos de edición de los diarios, reclama que el padre de Ana Frank, Otto Frank, es coautor de estos escritos, por lo que los derechos de autor no expirarían en 2016, informó hoy el periódico neerlandés Volkskrant.


 La ley vigente en Países Bajos establece que los derechos de autor de una obra expiran 70 años después del fallecimiento del autor, y Ana Frank falleció en marzo de 1945 en el campo de concentración alemán de Bergen-Belsen.

   Dado que Otto Frank, hasta ahora considerado solo editor del diario, falleció en 1980, la fundación exige que esta obra siga bajo derechos de autor hasta 2050.


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   Por su parte, la Fundación Anne Frank, encargada de gestionar la casa museo en Amsterdam donde Ana y su familia se refugiaron durante la Segunda Guerra Mundial, declaró que los derechos de autor expiran el próximo año, según recoge el diario neerlandés.




   Un calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Anne Frank. Se trata de Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez, repetidamente, que toda la escritura del diario pertenece a una misma mano (35). Para dilucidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas auténticas que Anne Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en los Estados Unidos; la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal de una niña de 10 ó 12 años, lo que no es el caso del “manuscrito original”, que nos revelan a un autor de mayor edad.
   La Fundación Anne Frank anunció incluso que ya prepara el lanzamiento de una nueva edición, libre de copyright, de los diarios de Ana Frank, una obra que cuenta con el reconocimiento internacional y está dentro de la lista de patrimonio de la literatura mundial y documental de la Unesco.


   Sus diarios, símbolos del horror de la Segunda Guerra Mundial, han sido traducidos a 70 lenguas y vendidos en 100 países diferentes, y han inspirado a ocho producciones cinematográficas.


   El Diario de Ana Frank relata la conmovedora historia de Annelies Marie Frank, una joven judía que se ocultaba de los nazis durante la ocupación alemana de Amsterdam. El libro tenía previsto pasar a formar parte del patrimonio cultural libre el uno de enero de 2016, pero algo se lo ha impedido. Ahora resulta que tiene un nuevo autor.






   Las leyes europeas prevén que una obra pasa a formar parte del patrimonio público 70 años después de la muerte de su autor. Anna Frank murió en 1945, así que su diario iba a pasar a liberarse el 1 de enero de 2016. A la fundación suiza que gestiona los derechos del libro (y cobra por ello) no le ha gustado esto, así que han encontrado una treta legal para impedirlo.


 Esa treta ha sido nombrar a Otto Frank, padre de Ana, co-autor del diario. Hasta ahora, Otto Frank era solo el editor del libro, la persona encargada de recopilar y publicar los trabajos de su hija. Según la fundación con sede en Basilea, Suiza, el trabajo de Otto Frank a la hora de editar los diarios le hacen merecedor del título de autor, algo que no se había reclamado nunca antes y que resulta muy conveniente para la Fundación. Otto Frank murió en 1980, así que nombrarlo coautor asegura retener los derechos sobre el libro en territorio europeo hasta 2050. El problema no afecta a Estados Unidos, donde los derechos sobre el libro expiran en 2047, 95 años después de su primera publicación.

La maniobra ha generado un problema imprevisto para el Museo de Ana Frank en Amsterdam. La fundación sin ánimo de lucro que gestiona el museo llevaba tiempo preparando ediciones comentadas online del diario que se iban a publicar cuando expirasen los derechos. Maatje Mostart, representante de la casa museo, ha explicado que la publicación de estos trabajos divulgativos gratuitos aún no se ha decidido y siempre se hará de acuerdo a la legalidad. No obstante, Mostart ha rechazado la idea de que ni Otto ni ninguna otra persona puedan ser coautores del diario. El Museo de Ana Frank conserva buena parte de los cuadernos y manuscritos originales de la adolescente.




Juicio esclarecedor

   Mayores sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Anne Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”; el pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la “dramatización escenográfica” y venta del “Diario”. El juez, así mismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank” (25).

   Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank está archivado en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. Country Clerk’s Office) con el número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II Serie 181 (26). Así pues, la sentencia del juez -y juez judío- en el sentido de que el autor del Diario es Meyer Levin y no la niña, existe (27).

   Lo que interesa hacer notar es que de la lectura de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción “juris tantum” de que el “Diario” “es substancialmente una falsificación” (28), y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin. Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro o cinco millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película -del mismo título que la obra- aparecen también escenas escritas por él y que no estaban contenidas en el Diario original (29).


Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más tarde enviado de la Agencia Telegráfica Judía durante los enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopaedia Judaica le reconoce como “el primer escritor en poner en escena el Diario de Anne Frank (1952)” (Vol. 11, pág. 109) (30).

Un timo moral

   Richard Verrall (que publica bajo el nombre literario de Harwood) advierte que la falsedad del mito de Anne Frank va mucho más allá, es muchísimo más profunda que la eventual falsificación del texto. Reside en la “unilateralidad” y en la “recurrencia infinita” del tema: una perfecta aplicación política de la propaganda actual del viejo tema de la niña inocente atrapada por la maldad exclusiva de los otros, pero que triunfa incluso después de muerta. El mito de Anne Frank, por la fuerza de su impacto sobre la sensibilidad colectiva, se convierte no sólo en símbolo de la “inocente” nación judía perseguida, sino más aún y contra todas las reglas de la lógica, en “prueba indiscutible” de la maldad intrínseca, inmedible, de los perseguidores.

   Dresde, Alemania 1945. Reconozcámoslo pronto, en efecto, no importa desde un punto de vista humano que el “Diario” de Anne Frank sea una falsificación o no. Esta niña falleció, víctima del tifus -y no en una “cámaras de gas” inexistente en Bergen o convertida en “pastillas de jabón” que se han revelado una falacia, todo hay que decirlo-; y el padecimiento y muerte de cualquier niño es siempre lamentable. 

   Pero es importante constatar que los posibles sufrimientos de una niña judía de 14 años, en tiempo de guerra, no son más significativos por el “hecho” de que hubiese escrito un diario, que los sufrimientos tanto o más terribles de otros posibles niños judíos; o que las desgracias infinitamente más numerosas de otros niños alemanes, italianos, japoneses, polacos, rusos o de otras nacionalidades que han sufrido horriblemente por muchos otros motivos en esa misma guerra: despedazados, quemados vivos a millones, mutilados o inválidos para toda la vida a causa de los bombardeos masivos de población civil efectuados por los aliados contra ciudades abiertas alemanas; abandonados en medio del caos ante la muerte o desaparición de sus padres; violados, corrompidos por la barbarie de buena parte de las tropas enemigas. Sólo en el Holocausto alemán de Würzburg, durante los últimos días de la guerra, fueron quemadas 5.000 personas, de entre las cuales más de 100 niñas y mujeres se llamaban Anna, convertidas en cenizas durante la noche del 16 de Marzo de 1945 (44).

   ¿Pero quién se acuerda de tal suma de horrores sufridos por los no judíos? ¿Quién llora por el niño alemán que, en Dresde, junto a otros 450.000 civiles, mujeres y niños principalmente, corre aullando envuelto en el fuego inextinguible del fósforo líquido? ¿Quién por la niña alemana violada varias veces hasta la muerte por una sucesión de bestias animadas a ello por el judío soviético Ilya Ehrenburg? ¿Quién escribe novelas lacrimógenas por los no menos reales e inocentes niños japoneses de Hiroshima y Nagasaki? ¿Quién por los niños de la misma edad de Anne Frank, masacrados en Paracuellos del Jarama, que en su propio país tampoco cuentan con una calle?. Nadie.


No hay “best sellers” para ellos, no hay “dramatizaciones”, ni 50 ediciones, ni cine, ni teatro, ni bombardeo televisivo, ni campañas en su nombre, ni recogidas de firmas, ni movilizaciones entre los partidos políticos del sistema y sus parlamentarios, ni manifestaciones públicas cincuenta años después, ni nadie que quiera recordarles cambiando el nombre de una calle, por pequeña que esta fuera. ¿Por qué? ¿Tal vez porque no cuentan con un lobby que haga del dolor un negocio sin precedentes? ¿Porque les falta la conveniente orquestación de los “mass-media”, que hacen del sufrimiento ajeno un arma política, con la intención de desarmar moralmente a quienes denuncian semejante hipocresía? ¿O deberíamos ser más atrevidos y decir que, simplemente, porque no son judíos?. Entonces habría que denunciar y perseguir igualmente a aquellos que por dinero o por oscuros intereses políticos y personales hacen, con los niños que han padecido en el pasado, discriminaciones en razón de su raza, religión o ideas políticas de los padres y sólo se acuerdan de unos niños muy concretos y minoritarios, soslayando a los demás. Se trata, sin duda, de un agravio comparativo.

Por Pedro Varela





Referencias:

(1) y (2) WEBER, Mark: Anne Frank. Publicado en “The Journal of Historical Review” de Mayo/Junio de 1995, pág. 31.
(3) “Daily Telegraph” 24.3.1933 y “Daily Express” de misma fecha.
(4) IRVING, David: Pruebas contra el Holocausto. Conferencia en el Hotel Majestic de Barcelona, el 17 de Noviembre de 1989.
(5) FELDERER, Ditlieb: Il Diario di Anna Frank: una Frode. Edizioni La Sfinge, Via Marchesi, 30, Parma (Italia), 1990, pág. 6.
(6) HARWOOD, Richard (Richard Verrall): ¿Murieron realmente seis millones?. Historical Review Press, Inglaterra, 1977.
(7) Enciclopaedia Judaica, citada en FELDERER, opus. cit. Pág. 14.
(8) BENZ, Wolfgang: “Legenden, Lügen, Vorurteile: Ein Wörterbuch zur Zeitgeschichte”. DTV Deutscher Taschenbuch Verlag. 2ª Edición, 1992 y FELDERER, pág.
13:Enciclopedia Brockhaus, Vol (6-450).
(9) PAZ LOPEZ, María: La niña que contó lo inexplicable. “La Vanguardia” de Barcelona, el Miércoles día 15.3.95, pág. 2 de “Revista”. Según BENZ opus. cit., esta cifra en 1992 era de 16 millones.
(10) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade Nº 170 de Marzo de 1989. Págs. 18 a 20.
(11) Anne Frank “Diary” a fake. Publicado en el periódico “Holocaust News” Nº 1, pág. 3, del Centre for Historical Review. P.O. Box 446, London SE23 2LS. Así mismo Enci. Judaica pág. 53 y Felderer op. cit.
(12) Enciclopaedia Judaica, pág. 53. Jerusalén, Israel, 1971-1972.
(13) ROTH, Heinz: Anne Frank’s Tagebuch, ein Schwindel., 1979.
(14) Enciclopaedia Britanica. Citado por Felderer.
(15) BOCHACA, opus cit.
(16) y (17) FELDERER, opus. cit. pág. 13 y pág. 22.(18) BOCHACA, opus cit.
(19) PAZ LOPEZ, opus. cit.
(20) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade p.18-20.
(21) BOCHACA, J.: El mito de los seis millones. Ed. Bausp, Barcelona, 1978; pág. 100.
(22) HARWOOD, opus. cit.
(23) BOCHACA, opus. cit. y también FELDERER, opus. cit. p. 14.
(24) Citado por “Kommentare zum Zeitgeschehen”. Folge 269. September 1993, p. 65.
(25), (26), (27) y (28) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade. Págs. 18 a 

La Division Azul: La Epopeya del lago ilmen / Werner Haupt

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El 10 de enero de 1942 la compañia de esquiadores de la División Azul al mando del capitán José Manuel Ordás Rodríguez, partiendo de la localidad de Spasspisko-pez, cruza el lago para socorrer a la guarnición alemana de Vsvad en la desembocadura del río Lovat, el día 21 de enero, en la batalla conocida como «Acción del lago limen.
En la organización inicial, la División Azul no contaba con ninguna compañía de esquiadores, pero debido a las especiales condiciones climatológicas se precisaba una Unidad que pudiera desplazarse rápidamente, a pesar de la nieve y atender las urgencias bélicas que pudieran presentarse.
El 21 de noviembre de 1941, se formó oficialmente dicha Compañía, siendo elegido el teniente de Artillería José Otero de Arce, cuando este se encontraba en plena batalla de Possad.
En esta acción recibieron 32 Cruces de Hierro y Ordás su segunda Medall Militar Individual, al igual que el teniente José Otero de Arce. De est forma la Compañía de Esquiadores se convirtió en la unidad má condecorada del frente de Leningrado y, por supuesto, la má condecorada de todas las fuerzas voluntarias extranjeras que lucharo encuadradas en la Wehrmacht.  

La Luftwaffen en combate / Hermann Adler

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En una guerra sin precedentes y desproporcionada, impuesta a Alemania por la Alta finanza Internacional; la Luftwaffe nacionalsocialista, sostuvo una lucha feroz y noble a la vez contra un mundo de enemigos.
Por lo menos, los ciento cincuenta primeros ases de la historia aérea son alemanes. La diferencia existente entre las victorias obtenidas por los máximos ases aliados (38 y 40) y soviéticos (62), no tienen punto de comparación con la de los ciento cincuenta primeros pilotos de la Luftwaffe, cuyo máximo "score" corresponde a Hartmann (352) y seguido de varias decenas de jovencísimos pilotos que sobrepasaron los 150 derribos.
Después de la guerra, los aliados achacaron estas diferencias a la propaganda de guerra del "Dr. Goebbels". Posteriores investigaciones y comparaciones con los documentos oficiales, dieron como resultado que el sistema de comprobación de victorias aéreas de la Luftwaffe era mucho más rígido y veraz que el mismo aliado, las victorias sin un mínimo de tres testigos, pasaban a formar parte del "score" de la escuadrilla.
En esta pequeña obra, editada en la época, se recogen documentos y diarios de los propios combatienes, que reflejan con algunos rasgos lo que representó la guerra aérea en los primeros años.
Como mínimo, el 50 por ciento de los "ases" o "experten" según la jerga alemana, cayeron en la contienda. Pero estos pilotos, hicieron (palabras de un general aliado) más daño a la "Victoria" del que pudieran haber hecho varias divisiones blindadas de primera línea.
El General británico Dowding, organizador del mando de cazas, dijo de ellos: "Eran dignos enemigos y continuaron luchando. Sufrieron un terrible castigo, pero durante todo el tiempo siguieron luchando".






Mexicanos voluntarios en la Wehrmacht de Hitler

Mexicanos que pelearon por Hitler



En el preludio de la Segunda Guerra Mundial cientos de mexicanos de origen alemán abandonaron el país para pelear en el ejército de Adolfo Hitler. Tras la derrota nazi, decenas de ellos intentaron recuperar la nacionalidad mexicana que habían rechazado y regresaron al país legal o clandestinamente. Algunos contaron con la ayuda de Miguel Alemán Valdés. Ello consta en documentos del Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores y del Archivo General de la Nación.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Como canciller de Alemania, a partir de 1933, la incendiaria oratoria de Adolfo Hitler se trasmitía y repetía por todos los medios de la época: prensa, cine y principalmente radio. Sus llamados para defender la patria trascendían fronteras y tuvieron eco en México, al grado de que en el preludio de la Segunda Guerra Mundial cientos de mexicanos de origen alemán viajaron a Europa para sumarse a las filas del ejército hitleriano.
Algunos de ellos habían nacido en las fincas cafetaleras del Soconusco en Chiapas y apenas habían cumplido 18 años.
Al llegar a Alemania rechazaban la nacionalidad mexicana para enrolarse en algunas de las divisiones de la Wehrmacht, la maquinaria de guerra nazi. Pelearon en diversos frentes de la guerra en Europa. Algunos alcanzaron grados de oficiales. Muchos de esos mexicanos dejaron sus vidas en los combates contra el ejército soviético.
Los que sobrevivieron a la derrota nazi fueron recluidos en campos de concentración. Muchos intentaron recuperar la nacionalidad mexicana que habían rechazado y con ello tener la posibilidad de regresar al país. Decenas lo lograron. Realizaron los trámites en el consulado de México en Frankfurt. Antes tuvieron que demostrar que no habían militado en el Partido Nazi.
Otros regresaron ilegalmente, sin cumplir todos los trámites. Cientos más que no eran de origen mexicano también intentaron huir de Europa viniendo a México. Algunos lo lograron.
Hay indicios de que también criminales de guerra escaparon a México, Argentina, Brasil o Bolivia. Esa información se desprende del reporte de un agente de inteligencia estadunidense que operaba en Roma, quien advirtió a sus superiores en ese sentido; el documento está en el Archivo Nacional de Washington.
Sobre los mexicanos que lograron recuperar su nacionalidad existen dos tomos con al menos medio centenar de expedientes cada uno en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Además en el Archivo General de la Nación (AGN) hay cartas, documentos, fotografías y pasaportes de mexicanos que estaban peleando en Europa. Mandaban misivas y fotos de sus campañas a sus familiares, la mayoría radicados en fincas cafetaleras de Veracruz y Chiapas, cartas que no llegaron a su destino pues fueron incautadas por el gobierno.
“Desnazificación”
Según los archivos de la SRE entre los oficiales que lograron regresar a México se encontraba Jurgen Petersen, nacido en Puebla en 1923. Abandonó el país y rechazó la nacionalidad mexicana a principios de los cuarenta. En octubre de 1942 alcanzó el grado de sargento de infantería en el ejército nazi. Al término de la guerra fue recluido en un centro de concentración y desde ahí comenzó los trámites para regresar a México.
Su expediente precisa: “La Dirección General de Asuntos Jurídicos determinó que a esta persona le corresponde la nacionalidad mexicana por nacimiento. Con fecha 24 de julio último esta Dirección ha solicitado al interesado un Certificado de Desnazificación debidamente legalizado que hasta la fecha no se ha podido producir”.
El Certificado de Desnazificación era el documento más importante para salir de los países ocupados por los Aliados en Europa. Incluso era más relevante que el pasaporte. Las autoridades militares eran las únicas que podían validarlo.
Petersen regresó a Puebla sin ese documento. Además, muchos de los oficiales que regresaron a México presentaron papeles expedidos por autoridades civiles alemanas que no certificaron los mandos militares británicos ni estadunidenses.
Otros que pudieron regresar a México fueron los hermanos Herbert Emil y Hellmuth Trampe. Nacieron en la finca cafetalera La Estrella, de Escuintla, Chiapas. En 1929 salieron de México y siguieron refrendando su pasaporte mexicano hasta 1940. A partir de ese año lo rechazaron y se sumaron al ejército del Tercer Reich.
Al término de la guerra Herbert Emil Trampe fue recluido en un campo de concentración en Francia. Solicitó su repatriación a México a través del consulado de Frankfurt.
Su expediente precisa: “Se trata de un joven de buena conducta, de buena reputación, a quien sorprendió la guerra en Alemania, donde se encontraba junto con su hermano, sólo con su madre, quien falleció y por lo mismo no estaba en edad de decidir lo que debiera hacer en esas circunstancias. Como casi todos los jóvenes de 16 años o más, fue enrolado en el ejército, a pesar de estar registrado como mexicano”.
Los hermanos Trampe sirvieron en el ejército de Hitler desde 1942. Regresaron a México a principio de los cincuenta.
Las peticiones de repatriación de oficiales llegaron hasta el despacho del presidente, quien turnó los expedientes a la SRE para que los mexicanos de origen alemán regresaran al país. Fueron los casos de Hans H. Koopemann y de Guillermo Hasselmann y su esposa, cuyo nombre el expediente no consigna.
La mayoría de esos trámites se realizaban en el consulado de México en Frankfurt, pero otros se promovieron en sedes diplomáticas en Praga, Bruselas o Madrid. De esos consulados llegaron decenas de peticiones de repatriación de presuntos “mexicanos” que desconocían lo más elemental de la República Mexicana. Incluso varios de ellos comenzaron los trámites y sin esperar respuesta se introdujeron ilegalmente al país.
Entre ellos está Herbert Fahmel. Sus trámites para regresar a México los realizó una empresa de la industria química llamada Pinturas Rapidol. El expediente del caso contiene una carta en la cual la empresa aclara que Fahmel estaba preso en un centro de reclusión en Bruselas. La empresa muestra copias de un cheque por 600 dólares a cargo del Chemical Bank Trust para cubrir los gastos del viaje.
La respuesta de la SRE a la petición de Pinturas Rapidol dice que “lamenta no poder, por ahora, acordar de conformidad la repatriación del señor Fahmel”. Agrega que éste salió del país en 1942 como ciudadano alemán, en canje por ciudadanos mexicanos.
Posteriormente el consulado mexicano en Frankfurt reportó que Fahmel ya se encontraba en México debido a que la Secretaría de Gobernación autorizó la documentación para que viajara como migrante.
Ruta de las Ratas
 Nazis de la talla de Adolf Eichmann, Josef Mengele o Klaus Barbie lograron huir a Sudamérica gracias a una red de colaboradores que incluyó a miembros de la Cruz Roja Internacional y hasta a personajes del Vaticano, como el obispo austriaco Alois Hudal, quien los escondió en una red de monasterios conocidos como la Ruta de las Ratas. Según los documentos de los tribunales de Nuremberg, alrededor de 5 mil oficiales nazis de importancia lograron escapar por esa vía.
Esa organización tenía su contraparte en Latinoamérica. En México el servicio de inteligencia militar alemán, la Abwehr, mantenía intacta una parte de su centro de operaciones, el más grande e importante fuera de Europa.
Meses antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial, el almirante Wilhelm Franz Canaris, jefe de la Abwehr, ordenó que se abriera en México un puesto de avanzada con la misma capacidad con la que contaba la Organización de Guerra establecida en España, de acuerdo con documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos.
La oficina fue dirigida por el mayor George Nicolaus junto con el teniente coronel Friedrich Karl von Schelebruegge, pariente del excanciller Franz von Papen, lo que dejaba ver la importancia que tenía la nueva sede de espionaje.
El principal objetivo de la Abwehr era vigilar desde la frontera norte de México los movimientos militares y realizar espionaje industrial sobre la maquinaria bélica de Estados Unidos, así como asegurar el suministro de petróleo mexicano para la fuerza aérea alemana (la Luftwaffe) y desplegar una red de inteligencia para toda Latinoamérica. Luego sumarían a sus actividades el sabotaje desde la frontera contra la industria e infraestructura estadunidenses.
México era relevante para el ejército nazi. Desde 1938 vendía a los alemanes 70% de su producción petrolera, pero a mediados de 1941 comenzó a cortarle el suministro por presión de Estados Unidos. A partir de entonces se inició la operación de una eficiente red de contrabando encabezada por el doctor Joachim A. Hertslet, quien mandaba el crudo a Alemania a través de Italia, Japón y la provincia marítima rusa de Primorsky, Siberia.
Para asegurar ese suministro también llegaron nazis del más alto nivel. Entre ellos Williams Rhodes Davis, empresario petrolero estadunidense, y Axel Wenner Gren, magnate sueco considerado en esa época uno de los hombres más ricos del mundo. Éste último administraba los fondos nazis desde bancos suizos.
También llegó al país la actriz alemana Hilda Kruger, quien se convirtió en amante del entonces secretario de Gobernación Miguel Alemán Valdés. Gracias a ella, el funcionario protegió la red de la Abwehr que operaba en México.
Por ello resultan creíbles las versiones de que algunos criminales de guerra nazis primero llegaron a México para después fugarse a Sudamérica.
También existen evidencias en los documentos desclasificados por Washington que señalan que los servicios de inteligencia estadunidense y británico trajeron a México a nazis para posteriormente llevarlos ilegalmente a Estados Unidos y ponerlos a su servicio.
Los altos mandos militares aliados decidieron usar a los agentes nazis debido a que sus prioridades en Europa habían cambiado. Para finales de los cuarenta ya no les preocupaba perseguir a los criminales y llevarlos a los Juicios de Nuremberg. Su nuevo objetivo era frenar la expansión de los soviéticos en Europa del Este. Los altos oficiales nazis habrían servido para ese propósito.

Las Waffen SS y la Unidad de Europa / León Degrelle

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León Degrelle, terminada la segunda guerra mundial, fue sin duda el hombre más apto para contarnos la historia de las Waffen SS. No sólo por su posición de privilegio en esta organización o por los logros y condecoraciones recibidas sirviendo en ella, sino porque de todos los sobrevivientes fué el único que con gran heroismo, el mismo que demostró en el campo de batalla, nunca aceptó las presiones que lo quisieron hacer callar. Aún cuando mataron a sus padres y su hermano, mantuvieron prisioneros a sus hijos, crearon una ley especial en su país para que no se hable de él, intentaron secuestrarlo o matarlo unos 6 veces por el crimen de pensamiento instituido por las democracias, Léon Degrelle nunca calló su historia, sea cual sea el precio que tuviera que pagar por ello.
Y para Degrelle, las Waffen SS fue la más asombrosa experiencia política y militar jamás intentada. Fue única por su carácter y por su extensión: de 1941 a 1945, un millón de muchachos de 28 países de Europa, reunidos en seno de la Waffen SS ofrecieron su juventud, y a menudo, su vida. Para crear una Europa consagrada a la grandeza.
El gran ejemplo del millón de jóvenes héroes desinteresados de la Waffen SS, que vive y muere para un ideal de fuego, a quienes las nacionalidades no pudieron separarlos, será por siempre una guía para quienes quieran una Europa que haga honor a la grandeza de su historia. ¡Honor y gloria al mayor ejercito ideológico de la historia de los hombres!
Dentro de mil años aun se hablara de estos soldados de hierro, tres mil veces más numerosos que los héroes de las Termópilas.
El héroe, dondequiera aparezca, no muere nunca del todo. Su espíritu continúa marchando como un abanderado a la cabeza de los pueblos.
La Waffen SS, al sucumbir tras una lucha titánica, ha entrado para siempre en la inmortalidad.
Este libro reune sus escritos sobre las Waffen SS y la tradición europea a la que representaban.

ÍNDICE

Prólogo

Canto a las Waffen SS

Historia de las SS europeas

A las armas por Europa

Llamada a los franceses

Himmler, ese desconocido

Dos días con Himmler

El último año

¡Europa vivirá!

Solidaridad de Europa

El Nacionalismo de Occidente

Entrevista con el General de las SS León Degrelle.

Última entrevista a Léon Degrelle

La última Epopeya

Degrelle m'adit

¡Volverán las banderas victoriosas!

Documento Testamento a mis Soldados

Apéndice I: Léon Degrelle. 100 años

Apéndice II: Léon Degrelle y la Europa real. - Joaquín Bochaca


CANTO A LAS WAFFEN SS

Todavía a finales del siglo XX la mayoría de la gente ignora lo que fue, entre 1940 y 1945, el fenómeno -único en la historia militar- del millón de jóvenes combatientes políticos, voluntarios todos ellos, integrados en el seno de treinta y ocho divisiones Waffen SS en el transcurso de la Segunda Guerra mundial.
¿Quiénes eran?
Ante todo, soldados (Waffen). Los mejores soldados, formidablemente equipados, siempre los más dispuestos cuando era preciso enfrentarse al enemigo y reaccionar ante una ruptura.
Físicamente, los mas dotados: talla mínima 1,75 m.; Obligatoriedad de demostrar una salud sin fisuras; Exclusión a la mas mínima falta visual o ante una caries molar; una milicia que hacia pequeñas todas las normas olímpicas.
Su entrenamiento era excepcional. En la Escuela de Oficiales de Bad -Tolz, todos los aspirantes habían perdido una docena de kilos al final del cursillo. Al terminar este cada uno se había convertido en un atleta, flexible, desnudo y fuerte como un dios griego.
También recibían una formación política del más alto rigor. Disciplina de hierro, libre y alegremente asumida. Espíritu de equipo, camaradería constante desembarazada de todo complejo de casta. Severidad en las costumbres: en las Waffen SS un pederasta era enviado al paredón sin remisión.
El heroísmo era la ley imperante. Los jefes en cabeza. La media de supervivencia de un oficial de la Waffen SS en combate no sobrepasaba los tres meses.
Esta concepción heroica del deber era exaltada por evocaciones grandiosas de las glorias del pasado. Se nutrirá de todas las fuerzas originales de la Naturaleza. El solsticio de verano recordaba especialmente los fervores vivificantes de los fluidos terrestres y celestes. El último solsticio de 1944, había sorprendido todavía a todos aquellos jóvenes guerreros, con la antorcha en la mano, formando el cuadro en los claros de montes altos cercanos al frente, mientras que las apoteosis wagnerianas giraban, vibraban bajo la noche estrellada.
¡Ansia de cuerpos jóvenes frente a la vida! ¡Pasión por la creación y conquista! ¡Voluntad de vivificar, de escalar hasta las cumbres junto a una comunidad humana renovada en su carne y en su espíritu!
¡Eran fuertes como los robles de los bosques profundos, fuertes como los huracanes martilleando los cielos negros, fuertes como los caballeros de las epopeyas antiguas, desafiando la suerte y la muerte!
¡La Caballería! La Waffen SS era una caballería de pie en sus estribos y con sus lanzas prestas a atravesar el futuro: un millón de jóvenes guerreros ideológicos, decididos a ofrecer todo -su juventud, su sangre, su fe- para obtener todo.
La Waffen SS había sido en sus comienzos una formación estrictamente alemana.
El espectáculo de fuerza organizada y de ideal integral que ella dio en 1940 a un Occidente extenuado política y moralmente desanimado, impresiono a la juventud de los países vecinos. Bastaron algunos meses para que millones de jóvenes germanos, de Holanda, de Flandes, de los Países Nórdicos, primeramente estupefactos, entusiasmados después, vinieran a dar a la Waffen SS, hasta entonces sometida al ámbito nacional, una contextura mas amplia: Waffen SS de dieciocho años, de veinte años, llegados de Amberes, de Rotterdam, de Copenhague, de Oslo, hicieron bloque desde entonces con las Waffen SS de Berlín, de Munich, de Viena, de Konisberg.
Sin embargo, la gran puesta en marcha no vino sino un año mas tarde, cuando Hitler quiso, en Junio de 1941, liberar Europa de la tiranía comunista de un Stalin decidido, desde hacia mucho tiempo antes, a devorar a Europa, ultimando para entonces (como lo ha reconocido el propio Mariscal Zhukov) los últimos preparativos para la embestida soviética.
Frente al peligro común, centenares de miles de jóvenes no europeos, rechazando el conformismo y la falta de imaginación de sus países atrofiados, se apresuraron a llegar a la cita del sacrificio.
Desde hacia siglos todos vivían apergaminados bajo su pequeño caparazón nacionalista, cada uno mirando a su vecino con desconfianza o con irritación, ignorando que, desde hacia siglos, ellos no formaban en suma mas que una sola raza, una sola civilización, que todos ellos eran los hijos de una patria común, Europa, veinticinco veces centenaria. Una misma espiritualidad les animaba, cualesquiera que fuesen las formas de su regocijo.
Descolgándose desde Jutlandia, Frisia, Bravante, las Ardenas, la Bauce, los Apeninos, se encontraron todos, mil doscientos años después de Carlomagno, reunidos en una inmensa cohorte juvenil, donde por fin, descubrieron su unidad.
Ciertamente fue necesario tiempo. Estaban separados por algunos siglos. El servicio común, los mismos sufrimientos, los camaradas que morían entremezclados unieron a estos muchachos de veinte países larga y artificialmente opuestos. Fuertes soldaduras les juntaron durante cuatro años en los errores de los mismos combates; respaldándose con una sinceridad siempre creciente, se dieron cuenta que una misma fe política les unía pero que, aun mas, la identidad de sangre les hermanaba. Sus pueblos no eran más que un pueblo. Europa era el manojo soberano de los gladiolos flamantes de sus países de origen.
Las Waffen SS seria el crisol gigante en el que se interpenetraran en una fusión ardiente los diversos genios de la Europa histórica.
Por su parte, frente al peligro soviético que amenazaba cada parcela de la antigua Europa, la Waffen SS alemana desde sus comienzos, había tomado conciencia no solamente del peligro que amenazaba indistintamente a todos los antiguos piases rivales del Continente, sino también, pero sobre todo, de las enormes realidades positivas que, desde siempre, habían soldado las diversas comunidades populares de Europa. La Europa de Cesar y de Augusto. La Europa de Carlomagno y de Godofredo de Bouillon. La Europa de Federico II de Hohenstaufen y de Carlos V. La Europa del Principe Eugenio de Saboya y de Napoleón Bonaparte. La Europa, también, de Voltaire y Goethe. La Europa de los grandes apóstoles místicos, uniendo bajo una misma fe a los galos, los iberos, los germanos, los latinos, los eslavos, desde Ucrania hasta las lejanas orillas del Báltico.
Unas después de otras, las diversas legiones alemanas y no alemanas del Frente del Este se unieron así libremente, en representación directa de su pueblo, en el seno de una Waffen SS convertida en el gran centro de atracción y posteriormente de reunión de un millón de jóvenes europeos, futuros constructores del porvenir. En esta federación multinacional cada uno había conservado su lengua, sus banderas, su personalidad. La lengua alemana, segundo idioma, estaba llamada a convertirse en el instrumento libre de los acercamientos nacionales. Nuestras ideologías, ciertamente, eran semejantes, pero hasta entonces muy fragmentadas. La Waffen SS les aportaba la potencia de la voluntad, de la organización y de la unidad de esfuerzos.
Gracias a ella, en la hora de la gran conmoción creadora al día siguiente de la victoria, todos estarían igualmente disponibles, cada uno en su esfera natal, para dar a Europa un espíritu y una estructura.
La Waffen SS se había convertido en el enorme cuerpo de asalto de la revolución nacionalsocialista.
Material y espiritualmente, este mundo nuevo estará marcado por el espíritu de cuerpo, por la disciplina, por la potencia de la ideología: la entrega total de las energías al servicio de un ideal absoluto.
La obra común obtendría sus frutos: orden del Estado, duradero, indestructible, justicia social, en el trabajo en equipo de todas las clases; amplio desarrollo familiar, célula básica de la estabilidad de la sociedad y de la felicidad individual; imaginación en la creación de riquezas materiales, armoniosamente adaptados a la apertura moral de una comunidad, plena del espíritu de solidaridad y del sentido heroico de la vida. A la potencia física y a la potencia ideológica, se añadiría la potencia en la acción.
Alemanes y no alemanes, rondando el millón, formábamos una formidable fraternidad europea. Al regresar a nuestros países respectivos hubiésemos sido los maestros de obras en el levantamiento de la Europa unida, una elite resuelta que hubiera guiado, durante una generación, a unas mesas generalmente insustanciales, acéfalas, entregadas por añadidura a unas querellas sociales estúpidas y desgarrándose políticamente, víctimas ciegas de agitadores y de clanes inmensos en el egoísmo y en la ambición.
Nosotros hubiésemos devuelto a nuestros pueblos la dignidad. Les habríamos instalado en el florecimiento social y en la comodidad, pero al mismo tiempo en la paz sublime de lo bello, lo noble, lo grande. La materia, entregada a sí misma, muere o mate. Solo el ideal tiene alcance eterno.
Nosotros poseíamos este ideal, si, nosotros, los jóvenes europeos de la Waffen SS, cualquiera que hubiese sido nuestro país de origen, nuestro viejo país tan querido, pero un país que iba a dejar de vivir replegado sobre si mismo.
Un intenso aire vivificador expulsaba las miasmas asfixiantes de viejas decadencias.
Nuestras voluntades hubieran federado, en todos los rincones de Europa, los esfuerzos de nuestros pueblos en una unidad suntuosa, y no -cómo hoy día- en una vaga federación, a menudo huraña, de mercaderes de tomates, de avellanas, de corderos, y de chuletas de cerdo, o propietarios vanos de millones de toneladas de mantequilla que se secan o pudren en almacenes súper colmados por la locura y la anarquía económica.
La revolución Waffen SS no hubiese sido solamente la del bistec, sino la de una doctrina enriquecedora de las comunidades humanas, elevando los espíritus en el seno de una colaboración basada ante todo en el orden político y social, en el espíritu comunitario y en los más altos principios morales, pilares de la reconstrucción.
La Waffen SS fue todo esto: un ejercito continental como no se había conocido en época alguna (mas del doble de la "Grande Arme"), un ejercito que no era solo militar sino ideológico, capaz de asegurar, gracias a su fuerza y a su doctrina, la reunificación y el renacimiento de los miembros dispersos de una Europa cuyos falsos demócratas de antes de 1940 la habían disecado la inteligencia y cortado los nervios.
Un viejo rencoroso e impotente -Roosevelt-, un loco furioso de genio sombrío -Stalin- hicieron de Europa en 1945, un medio continente a merced de sus apetitos.
Durante largo tiempo, puede que para siempre, Europa no será más que un pañuelo de bolsillo en el que se sonaran los poderosos.
Así fracaso la más asombrosa experiencia política y militar jamás intentada. Fue única por su carácter y por su extensión: de 1941 a 1945, un millón de muchachos de 28 países de Europa, reunidos en seno de la Waffen SS ofrecieron su juventud, y a menudo, su vida (400.000 Waffen SS murieron en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial...) Para crear una Europa consagrada a la justicia social, a la solidaridad, al orden y a la grandeza.
Evocar el recuerdo de este millón de caballeros es justo y saludable. Hoy día, ellos se encuentra maculados por las hordas de impotentes que son roídos por la envidia y el odio: efectivamente, ellos ¿que han hecho?
A pesar de todo, en esta hora miles de jóvenes rehúsan la capitulación y no aceptan el descenso a las nuevas cloacas de infames y de cobardías políticas del mundo actual.
El gran ejemplo del millón de jóvenes héroes desinteresados de la Waffen SS, que vive y muere para un ideal de fuego, quizá reanime un día los incendios que se crean apagados bajo los ultrajes. En esta espera, mientras tanto, ¡Honor y gloria al mayor ejercito ideológico de la historia de los hombres!
Dentro de mil años aun se hablara de estos soldados de hierro, tres mil veces más numerosos que los héroes de las Termópilas.
El héroe, dondequiera aparezca, no muere nunca del todo. Su espíritu continúa marchando como un abanderado a la cabeza de los pueblos.
La Waffen SS, al sucumbir tras una lucha titánica, ha entrado para siempre en la inmortalidad.

León Degrelle.

PRÓLOGO

Al inaugurar este emprendimiento, quienes representamos a Ediciones Sieghels, queríamos no sólo poder reflejar los temas básicos que conforman nuestras áreas de interés (Segunda Guerra Mundial, Tradición Imperial, guerrera y heroica, historia silenciada, Trascendencia y espiritualidad, Honor y Lealtad) sino poder rescatar la esencia de todos ellos. Evidentemente encontrar un libro que lo sintetice sería casi imposible, pero curiosamente encontramos en León Degrelle a un Hombre que, aunque a alguno pueda no gustarle, no se le puede negar que ha vivido en este marco, imbuido en estos valores, y que su vida es muestra clara de ello.
Referente a la temática elegida, tenemos que decir que, a nuestro entender, las SS, y luego las Waffen SS, constituyen uno de los hitos más importantes de la historia reciente.
Aunque no sea este el lugar para desarrollar su significado, diremos brevemente que, a nivel de principios, se trataba de una organización cuyo centro lo constituían valores tan elementales como el Honor y la Lealtad; que buscaba, a partir de la constitución de una élite, la creación de un Nuevo Orden guiado por los más altos valores de la tradición europea, basado a su vez en un Nuevo Hombre para quién la figura del héroe constituía su arquetipo. No pretendemos poner en tela de juicio en qué medida ello se logró o no, sino rescatar el hecho de que su cosmovisión constituye una Idea fuerza que puede transformarse en el motor de una vida que apunta hacia la grandeza humana  y hacia la trascendencia. (1)  En su seno se hacía una constante exaltación de un pasado de grandeza que permitiera asentar raíces en aquello que de noble, fuerte, bello y heroico tiene la herencia de la humanidad, y así, entroncado en tal herencia, poder encontrar la firmeza en el presente y la guía para el futuro. Incluso en sus símbolos fue guiado por el Águila del Sacro Imperio, siempre ligada a los poderes divinos; por el símbolo solar por excelencia, la swástika; y por las runas de la victoria del Espíritu.
Este constante voltear hacia el pasado no se explica entonces por una mera nostalgia ni por una pura fantasía, sino que encuentra su fundamento en el redespertar de unos valores que efectivamente sirvan tanto a una cosmovisión formadora en el presente como a el bosquejo de un futuro más luminoso.
Este hito que fueron las SS, aún hoy nos sirven para mostrar el camino para rescatar los valores de la Tradición Europea, portando la antorcha de aquellos que se unieron por Europa hacia lo grande y puro. De tal forma traen también al escenario político un tema de actualidad: la unidad de Europa basada no ya en criterios materialistas y contingentes sino en valores e ideas, en una Tradición que les es común a los países que la integran.
En cuanto al ámbito militar, ya con las Waffen SS, demostraron estar a la altura siendo los soldados mejor preparados, fruto de un duro entrenamiento y una  exhaustiva selección, con un arrojo y heroísmo pocas veces visto en la historia militar de los últimos siglos. Pero sobre todo nos dejaron el excepcional ejemplo de como soldados de los más diversos países llevan a la práctica la unidad de una tradición europea común luchando como Camaradas, hombro a hombro por una Idea.
Ahora bien, llegada la hora de contar la historia de las SS, nos encontramos que, aún cuando han transcurrido más de 60 años, todavía se sufren los influjos de la censura y propaganda de guerra, cuando no directamente el interesado objetivo de tergiversar la historia. Es así que quienes intentan mostrar el punto de vista alemán, o deben aceptar matizaciones de todo tipo para que los dejen expresarse, o sufren presiones y/o desprestigio que los obligan a callar.  A nivel editorial vemos, por ejemplo, en España a “Editorial García Hispan”, “Ediciones Nueva República” y “Ediciones Ojeda”, o en Argentina a “Librería Argentina” y “Videos Walhalla” sufriendo todo tipo de persecuciones e incluso algunos de ellos afrontando costosos procesos judiciales debido a que algunos de sus libros no se ajustan a lo que la Dictadura académica y democrática permite que se cuente de la historia. Aun cuando sus libros son históricos y no infringen ley alguna, o lejos estén de contener apología de algún delito. Sin embargo ellos valientemente continúan luchando por la libertad de expresión, amparada en todas las constituciones, y contra el pensamiento único que se quiere imponer. A nivel de escritores, o simplemente protagonistas que relatan sus experiencias, encontramos por un lado los que se han cambiado de bando criticando duramente lo que antes apoyaron, pudiendo gozar así del aplauso y promoción de sus ex-enemigos; los que tienen que matizar sus relatos con las típicas críticas para que se les permita sobrevivir y contar sus experiencias; y por último a los proscriptos del sistema, perseguidos y desprestigiados, cuando no directamente amenazados o coercionados, para que no se les permita contar su visión de la historia. Entre ellos destaca por sobre los demás Léon Degrelle, el hombre que aun a pesar de tener que soportar duras penas mantuvo intacta la insignia de su Lealtad.
León Degrelle, terminada la segunda guerra mundial, se convirtió e uno de los hombres más aptos para contarnos la historia de las Waffen SS. No sólo por su posición de privilegio en esta organización o por los logros y condecoraciones recibidas sirviendo en ella, sino porque de todos los sobrevivientes fue el único que con gran heroísmo, el mismo que demostró en el campo de batalla, nunca aceptó las presiones que lo quisieron hacer callar. Aún cuando mataron a sus padres y su hermano,  mantuvieron prisioneros a sus hijos, crearon una inaudita ley especialmente dedicada a su persona para que en su país no se permita hablar de él, intentaron secuestrarlo o matarlo unas 6 veces por el crimen de pensamiento discordante instituido por las democracias, él nunca calló su historia.
Y en palabras de Degrelle, “las Waffen SS fue la más asombrosa experiencia política y militar jamás intentada. Fue única por su carácter y por su extensión: de 1941 a 1945, un millón de muchachos de 28 países de Europa, reunidos en el seno de la Waffen SS ofrecieron su juventud, y a menudo, su vida para crear una Europa consagrada a la grandeza.
El gran ejemplo del millón de jóvenes héroes desinteresados de la Waffen SS, que vive y muere para un ideal de fuego, quizá reanime un día los incendios que se creían apagados bajo los ultrajes. En esta espera, mientras tanto, ¡Honor y gloria al mayor ejército ideológico de la historia de los hombres!
Dentro de mil años aún se hablará de estos soldados de hierro, tres mil veces más numerosos que los héroes de las Termópilas.
El héroe, dondequiera aparezca, no muere nunca del todo. Su espíritu continúa marchando como un abanderado a la cabeza de los pueblos.
La Waffen SS, al sucumbir tras una lucha titánica, ha entrado para siempre en la inmortalidad.”
Increíble es que, después de todo lo que sufrió por mantenerse leal, sus enemigos lo traten de mentiroso o fabulador cuando nada ganó por expresar su pensamiento, más bien lo contrario. Nosotros creemos que su estoicismo ante esta adversidad fortalece la veracidad de sus palabras.
Merece mencionarse que sus adversarios no contestaron ni intentaron refutar sus palabras sino que simplemente lo persiguieron con saña. Hasta tanto llegó esta locura que a su muerte, en un también inaudito exilio forzado post-morten, se prohibió que sus cenizas retornen a su país  por ... ¿miedo a que su ejemplo y figura los atormente desde la tumba?
En honor a su memoria esperamos colaborar desde aquí a que la censura no termine de instituir el pensamiento único y la diversidad de ideas siga siendo posible. También rendimos homenaje a aquellos para quienes su Honor es su Lealtad.

Pablo Siegel
Buenos Aires, Argentina
2008
NOTA:
Aprovechamos para agradecer a las editoriales ya nombradas por el magnífico trabajo que realizan y el apoyo que han demostrado; y por sobre todo a la Asociación Cultural "Amigos de Léon Degrelle" que amablemente nos ha permitido utilizar gran parte de su encomiable trabajo.

1. Tampoco los errores o supuestos crímenes cometidos pueden invalidar el principio ya que la aplicación depende de factores humanos que pueden no estar a la altura de lo proyectado.